TENERIFE
EN LA 1ª CIRCUNNAVEGACIÓN SIGLO XVI a VELA
Del globo Terrestre Siglo XIX en buque
acorazado
Y unos anecdóticos apuntes sobre la monja incorrupta,
Sor María de Jesús, que en su preparación para entrar en el Convento, vivió con
su nombre de María de León Bello y Delgado en la casa de la Plaza de la Concepción, casi dos siglos antes de que en ella naciera
Juan Bautista de Antequera y Bobadilla el primero en circunnavegar el globo terrestre en buque acorazado.
Al
nombrar a la Sierva de Dios, Sor María de Jesús, creo estar en la obligación de dedicar, aunque sea un breve espacio, a su fallecimiento, su
sepultura, su exhumación y al sarcófago
en el que hoy reposa.
Y
al hablar de todo ello, preciso es citar a su fiel devoto, Amaro Rodríguez
Felipe, Caballero hijodalgo de la
Laguna, donde nació el 3 de Mayo de 1673
y falleció el 4 de octubre de 1747 a los
69 años.
Amaro
fue un Corsario, aunque nada tiene de extraño y así algunos estudiosos lo
afirman, que en sus años mozos con alguna frecuencia, traspasara la tenue línea que separa su actividad con la de la
piratería: El corsario es el que lucha contra
barcos enemigos, con autorización real
y patente de corso. El pirata actúa
por libre y lo hace contra todo
lo que pueda suponer un suculento botín.
Sea
como fuese pirata o corsario, su línea
de conducta no ya tan solo con el paso
de los años, sino muy principalmente
por cuánto a través de sus
hermanas, monjas conoció a Sor María de Jesús, su personalidad cambió profundamente: Luchó contra la pobreza, hizo
cuantiosas donaciones a asilo de niños huérfanos. La piedad y la caridad
marcaron el rumbo de su vida.
Pero hay algo que en el no cambió, hasta su muerte
estuvo apegado a su nombre de guerra: Amaro
Pargo. Muchas personas se han
ocupado en buscar por qué Amaro Rodríguez
Felipe sentía tanto apego al apelativo Pargo. Casi unánimemente la opinión se concentra en
un pez teleósteo de tamaño apreciable, con rápidos movimientos entre las rocas bañadas por el
agua del mar y digo casi
Unánimemente porque se puede sustentar otro posible origen:
Quien
bucee en lo poco que conocemos de la vida aventurera del comerciante, con
patente de corso, Amaro Rodríguez Felipe, no puede por menos que
reconocer la gran atracción que sobre él ejercía la isla de
Cuba. Con Cuba desarrolló gran parte de su actividad comercial. En Cuba encontró su gran amor: Josefa María de
Valdespino y Vitrian, con quien tuvo un hijo: Manuel de la Trinidad Amaro, al que apoyó económicamente y al que pasado
el tiempo y sosegada su vida aventurera, quiso
traérselo a Tenerife a lo que su madre se negó .En Cuba a más de negocios y amor encontró paz y sosiego para su espíritu. En Cuba, en sus
grandes periodos de descanso, halló seguro refugio para sus barcos -disponía de
una flotilla de cuatro barcos - en el brazo de mar de la costa septentrional de
la isla, en la provincia de Matanzos,
formada por pequeños cayos. Este
brazo de mar que se conoce como “Canal
de los barcos “y también y mas comúnmente
como “Canal de Pargo”. Para nuestro
hombre era su canal el “Canal de
Amaro Pargo.”
Amaro
Pargo, ya que es como a él le gustaba
ser conocido, sentía una gran devoción por Sor María de Jesús a la que consideraba su Asesora Espiritual; ninguna actividad solía emprender sin antes contar con su previa aprobación y Sor María de Jesús
conocedora de aquel corazón atormentado, intercedía constantemente por el Ante
Nuestro Señor.
Múltiples son los prodigios que por esta mediación Amaro Pargo obtuvo: En un mar encrespado y a punto de zozobrar, cuentase que arrojó al mar el trozo de una reliquia que la santa de Dios le había dado y el mar repentinamente se calmó, y así muchos otros prodigios.
Múltiples son los prodigios que por esta mediación Amaro Pargo obtuvo: En un mar encrespado y a punto de zozobrar, cuentase que arrojó al mar el trozo de una reliquia que la santa de Dios le había dado y el mar repentinamente se calmó, y así muchos otros prodigios.
Pero
a los 87 años de edad murió Sor María Jesús. En las primeras horas de 15
de Febrero 1731. El monasterio dormía. La Laguna aun estaba en calma cuando claramente
rompió el silencio una voz infantil quebrada por el llanto, que
fuertemente se dejó oír
HA
MUERTO LA SIERVA DE DIOS HA MUERTO LA SANTA!
Nunca
supo el
niño explicar como se enteró. Lo
sintió dentro de si…..y tenía necesidad de proclamarlo.
Sor Buenaventura Pérez , que ocupaba la
celda cercana y que se hallaba muy
enferma , con fuertes dolores estomacales, no diagnosticados que por los síntomas hoy diríamos que padecía un avanzado proceso canceroso,
alarmada se arrastró cómo pudo hasta el lecho donde reposaba el cuerpo de
Sor María de Jesús, tenia buen color, pero ya no respiraba. Uno de sus pies
estaba al descubierto, Sor Buenaventura lo tomó entre sus manos para cubrirlo,
pero antes y en un sentimiento de profundo cariño lo apretó contra su vientre.
Ante aquel contacto sus dolores, cesaron. Estaba curada.
La
costumbre de la orden del Patriarca Santo Domingo era de dar a sus monjas sepultura en tierra. Pero
Amaro Pargo enterado por sus hermanas
del fallecimiento de su venerada
protectora, sumido en profunda tristeza, suplicó se le diese cristiana
sepultura en un ataúd que el mismo costearía .Y así se hizo.
Pasaron
tres años. Era preciso proceder a la exhumación para dar cumplimiento a la
orden que los restos reposasen en tierra. Se excavó la tierra que lo cubría,
Amaro Pargo, allí presente se
acercó para ver en que estado se hallaba el ataúd; resbaló y cayó de
pie quebrando las tablas carcomidas por
la humedad….Y quedó visible la cara de la Sierva de Dios, como si el tiempo no
hubiera pasado por ella.
Amaro Pargo
emocionado y consciente del
prodigio del que estaba siendo testigo, pidió se le concediese el alto
honor de costear el sarcófago en el que reposara por siempre la que para él y para cuantos la
conocieron, era una Santa.
El
sarcófago que Pargo donó es una
preciosa obra artesanal, pintado de rojo, azul y pan de oro, ornamentado con
orlas que enmarcan cinco composiciones
poéticas en loor de Sor María de
Jesús; las dos primeras son
composiciones acrósticas: La primera conforma el nombre que llevó
con nostálgico orgullo Pargo la segunda su nombre Amaro, Veámoslo:
Pare aquí el humano afán
A mirar con luz divina,
Rara ave peregrina,
Girando al cielo Guzmán,
O al trono de Catalina
-----------------
Aquí yace flor preclara,
María de Jesús pura,
A quien fue esplendor de
clara,
Rara en virtud y hermosura,
O en todas las virtudes raras,
El
sarcófago se cierra con tres llaves que giran en sentidos distintos:
Una
llave la custodia el Convento de la Catalinas
otra llave la custodia el Convento de Santo Domingo y la tercera la encomendó Amaro Pargo, en testamento, a sus descendientes,
rogando la guardaran y custodiaran con
todo cuidado y fervor ya
que el la consideraba la mas preciada alhaja que jamás había tenido entre sus manos.
Como
hemos dicho al principio el sarcófago se
muestra a la devoción popular coincidiendo con el
aniversario del fallecimiento de Sor
María de Jesús pudiendo admirarse a través del cristal que le preserva el
rostro y sus manos entrelazadas. Parece que por ella no ha pasado el tiempo Amaro
Pargo sobrevivió 13 años a su consejera
y protectora. Murió a los 69 años
el 4 de Octubre de 1747. Sus restos reposan en un sepulcro en la iglesia
de Santo Domingo y en le lapida hizo
constar la enseña de la piratería, una calavera con dos tibias cruzadas.
Unos
han querido ver en ello una prepotencia de Amaro Pargo.
Otros
conocedores de la influencia bienhechora
de la Siervita de Dios en el ánimo del corsario que lo llevó a la senda de la
humildad y amor al prójimo, ven en la
carabela y las tibias sobre su lapida Mortuoria
un “he sido pecador rogad por mi
“
Me
inclino por estas últimas muestras de arrepentimiento.
En
la casa Lagunera que acogió entre sus muros a Sor María de Jesús “La Santita”, nada se ha hecho.
En
el Sauzal la casa en que nació la han
convertido las autoridades en un pequeño museo con todos los recuerdos de lo que ella fue.
En el convento
no digamos allí sigue “viviendo”
para la veneración popular su
Monja Incorrupta.
En
la Plaza de la Concepción al parecer
nadie ha valorado el honor que supone para la Laguna el que
una joven llamada María de León Bello y Delgado y que pasado el tiempo fue
“La Santita” parece carecer de relevancia el que Sor María de Jesús haya
dejado su impronta en una casa del Casco Histórico Lagunero.
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